domingo, 19 de marzo de 2017

Martin Luther King, Jr. y sus enseñanzas para los(as) que caminan hacia la Libertad y la Justicia Económica En la Sociedad Puertorriqueño del 2017

Dr. Martin Luther King Jr.

Por: Lester C. Santiago Torres

El pasado lunes, 13 de febrero, falleció un distinguido abogado, miembro fundador de la Mesa de Diálogo Martin Luther King Jr. En los actos fúnebres del Lcdo. Hey-Maestre nos comprometimos a pronunciar su nombre cuando surgiera una buena oportunidad. Hoy yo creo que es una buena oportunidad para hacerlo porque nos encontramos en los cuarteles del gremio al que perteneció. Y también porque lo que deseo compartirles en alguna medida describe mucho de lo que caracterizó al Lcdo. Charles Hey Maestre: ¡un amigo inolvidable!

Para propósitos de esta presentación, baste refrescar la memoria de algunos datos pertinentes de King. Martin Luther King, Jr. fue miembro de una familia descendiente de esclavos negros, de tres generaciones de predicadores del Evangelio, en el sur segregado de los Estados Unidos. Nacido en una familia negra de Atlanta, de clase media, educado, intelectual destacado, y graduado con honores de la prestigiosa Universidad de Boston como Doctor en Sagrada Teología. La elocuencia de sus frases poderosas, su claridad y profundidad intelectual, combinado con el carisma que caracteriza a los predicadores negros sureños, además de una asombrosa energía para el trabajo, lo convirtieron en el líder más destacado e influyente del siglo pasado en contra del discrimen, la guerra y por poco contra la pobreza en los EU. Junto a un grupo de líderes negros sobresalientes estableció alianzas estratégicas sin precedentes, compuesta por líderes y organizaciones de diferentes enfoques políticos y religiosos, razas y grupos étnicos, círculos culturales y sindicales. Aglutinó a su alrededor voluntades que se enfocaron en objetivos claros mediante una metodología muy efectiva. Gracias a su poder de convocatoria y rodeado de un liderato comprometido, construyó una fuerza que organizó exitosamente demostraciones para crear presión efectiva al punto que forzó que se aprobaran medidas importantes contra la segregación racial. King era un estratega, un negociador y un vendedor persuasivo de sueños sociales. Tenía la habilidad de “combinar la filosofía moral y religiosa con los principales temas de los derechos humanos y laborales, lo que explicaba por qué la gente lo llamaba constantemente para que se uniese a sus luchas”. Un defensor dinámico e incansable de la idea moral de que una nación necesita un proyecto cuyo eje central sea la justicia social y económica inclusiva para alcanzar la paz.


Dr. Martin Luther King Jr.

Algo que queda escondido tras la imagen reduccionista de un King poeta y de sueños enternecedores, de frases estimulantes, muchas veces sacadas del contexto de resistencia social donde se pronunciaron, fue la dirección que tomó King en sus últimos dos años previo a su asesinado. La oposición de King a la guerra en Vietnam, atado a sus críticas puntillosas de las pretensiones inmorales de los EU de “eliminar la pobreza en el mundo mientras que era incapaz de hacerlo en los Estados Unidos”, le produjo mucha resistencia y oposición. Ese King…no se comenta. De ese King apenas se habla y no es casualidad. Para el 1967 y principios del 1968, King se había radicalizado y estaba madurando la conexión del tema del racismo con el tema de la justicia económica. En esos últimos años King hizo un esfuerzo extraordinario por transformar un movimiento, que se había concentrado en el tema racial, en uno que comenzara a enfocar el problema serio de la pobreza en los Estados Unidos con propuestas socialistas. Al momento de su muerte estaba organizando una nueva marcha, similar a la “Marcha por los Trabajos y la Libertad”, celebrada el 23 de agosto de 1963 en Washington, D.C. Esta vez sería la “Campaña de las Personas Pobres”. King estaba planeando llevar miles de ciudadanos pobres a Washington para establecer una ocupación que escalara la desobediencia civil, al punto de hacer que la ciudad no funcionara hasta que el Congreso aprobara un programa masivo de parte del gobierno federal para hacer realidad la creación de empleos o ingresos para cada ciudadano americano. La prensa interesada lo acusó de comunista y anarquista.

Otro asunto que pocas veces se comenta, o simplemente no se comenta, fue el optimismo que caracterizaba a King. Ese optimismo era una fuerza espiritual poderosa inmensurable. Sin duda, un legado de las generaciones de esclavos africanos que siempre mantuvieron la esperanza viva en la libertad, en resistencia activa por diferentes medios. Era un optimismo que se sentía y que no era necesario entender.


Y con lo antes dicho tenemos lo suficiente para aterrizar en el Puerto Rico de 2017. Nuestro Puerto Rico en el 2017 es el resultado de décadas de colonialismo capitalista con efectos económicos, políticos, emocionales y espirituales desbastadores. Sumen a lo anterior generaciones de políticos corruptos, de incompetencia administrativa, de clientelismo político generalizado en una cultura de jaibas y dependencia. Somos un territorio colonial, donde reina una junta imperial que nadie quiere pero que pocos resisten. Es el resultado de una falsa conciencia colectiva de desarrollo, de acomodos a un imaginario de prosperidad pero de una condición de subdesarrollo y país empobrecido. Donde su población de profesionales se desvanece en el corredor de un puente aéreo entre el Caribe y el territorio imperial.

Un Puerto Rico donde en las próximas semanas se anunciarán recortes brutales que nos hundirán aún en la bancarrota económica y moral, en el desvanecimiento de las falsas seguridades de un sistema político desgastado que ya no puede negar su condición colonial. Ya nos lo habían advertido analistas y activistas. Vivimos en el peor momento de la democracia puertorriqueña. Enterrados en un lodazal colonial que se nutre de la indiferencia, el cinismo y el pesimismo.

¿Qué nos enseñan King y su grupo que puede sernos de utilidad en esta hora trágica?

En mi opinión King nos llama a crear las condiciones y modelo para vencer tres grandes males que nos aquejan y no nos dejan organizarnos para vencer estas adversidades: 

1) la ausencia de instrumentos de diálogo efectivos entre los sectores y promotores de cambio progresistas del país; 

2) la falta de capacidad para negociar las diferencias existentes entre las fuerzas de cambio, resistencia y descolonizadoras del país; 

3) la falta de unidad estratégica entre las fuerzas progresistas de resistencia. Las fuerzas que dominan el actual escenario han logrado cohesión en su proyecto de dominación. ¿Y nosotros(as) qué?



Martin Luther King, Jr en la Marcha de Selma a Montgomery

Para crear un pueblo en resistencia necesitamos urgentemente instrumentos con estilos efectivos de diálogos, que promuevan consensos básicos y estratégicos, capaces de desatar acciones transformadoras. La ausencia de diálogo efectivo ha sido un defecto inconfesable que explica el fraccionamiento y el debilitamiento de los limitados frentes de resistencia en nuestro país. Cuando menciono diálogo efectivo me refiero a las destrezas requeridas para establecer relaciones constructivas y alianzas multilaterales: de escucha activa, respetuosa y enfocada en los asuntos y en la negociación en áreas estratégicas de interés común. Este diálogo tiene que ser la prioridad entre las fuerzas de resistencia efectiva en el país.

Si deseamos detener y revertir el proceso de avance de las políticas neoliberales tenemos que aprender de Martin Luther King, Jr. y su movimiento. Tenemos que cultivar hasta dominar la capacidad permanente de aglutinar liderato de toda la isla, que mantenga contacto con los(as) activistas de base, y que logre enfocar en prioridades las acciones que fortalezcan a todos los movimientos, al pueblo explotado y empobrecido. Una nueva cultura de diálogo que construya confianza entre nosotros(as) tiene que tener carácter de urgencia. Requiere romper con el miedo, los protagonismos y la crítica severa entre nosotros mismos. Requiere una actitud personal madura y un desprendimiento de egos e historias tóxicas, para dar paso a un nuevo estilo, necesario para construir confianza. Es el momento de dar la mejor parte de nosotros(as): solidaridad, generosidad, paciencia y hermandad.

No nos sirven mucho los discursos que no conecten a la gente y a los movimientos. Tenemos y contamos en el país con las personas capaces para dirigir estos diálogos en una atmósfera alejada de las agendas pronunciadas de grupos políticos, grupos de interés y partidistas que siempre terminan dividiéndonos. Es hora de darnos el tiempo para que este diálogo crezca y culmine en una fuerza opositora que estimule a las fuerzas de resistencia en nuestro país. Para arrancarle pedazos del poder casi absoluto a las fuerzas económicas y políticas opresoras que al momento no cuentan con una oposición considerable: ¡y lo saben! Saben que no estamos conectados.

A las fuerzas de resistencia le urge equiparse con la poderosa herramienta y destreza de negociar entre nosotros(as). El movimiento de Martin Luther King, Jr. nos sirve de ejemplo de la necesidad de negociar agendas particulares para optar por otras que las adelanten. Necesitamos darnos la oportunidad a nosotros(as) mismos(as) y dejarnos de sobre cuestionarnos. Dejar de creer en que solos podemos adelantar. Dejar de creer que tener la razón es suficiente para adelantar nuestros proyectos alternativos. Hay que volver a la disciplina de la negociación que sirva para adelantar propósitos mayores. Si logramos construir una cultura de negociar a base de los intereses comunes y estratégicos, nos fortaleceremos de tal manera de que vamos a poder entrar a disputarle el poder a los opresores. ¡Nadie, absolutamente nadie, ahora mismo por si solo lo puede hacer. Todos y todas somos importantes y necesarios.



¿Qué nos pasa que en el momento en que nuestra condición colonial es indiscutiblemente evidente y que los partidos mayoritarios están empantanados en sus fórmulas de suma cero, no surge un movimiento por la soberanía con la contundencia necesaria? El legado de King nos convoca a conectar voluntades descolonizadoras para crear una alianza social sólida entre sectores progresistas que crean en la libertad y no le teman a la descolonización de Puerto Rico. Un movimiento que conecte los problemas económicos cotidianos que sufre el país. Un movimiento que conmueva el corazón y movilice la resistencia activa y organizada.

Descolonización con alternativas soberanas que nos afirmen como nación con identidad propia. Es imperativo concertar con la gente y los movimientos que crean que si bien es cierto que la descolonización no va a resolver todos los problemas que nos aquejan, también crean que la competitividad internacional, las posibilidades de crear trabajo, que el desarrollo económico con justicia social,y el regreso al país del capital humano, solo podrá encaminarse con la descolonización de Puerto Rico. Habrá gente y grupos que no respalden esa idea. Pero creo firmemente que existe en el país gente y grupos que esperan un movimiento que les brinde el espacio y la oportunidad para impulsar esa idea.

No demos más la espalda a la realidad que de los sectores progresistas somos pocos, estamos fraccionados y nos estamos reduciendo. Hay que recurrir hoy más que nunca una visión compartida de que para tener posibilidades de transformación nos tenemos que unir. Que mientras el pueblo y las minorías alertas estamos siendo pisoteadas por las fuerzas opresivas de un sector poderoso de la clase empresarial capitalista deshumanizada local y estadounidense, el capital humano alternativo decrece. Que el fraccionamiento nos debilita cada vez más y que cada vez más la tentación del individualismo nos corroe. Tenemos que exigirle al liderato de los partidos y de las fuerzas de cambio debilitadas, que se contagien de un urgente deseo de unidad. Una unidad que sea capaz de producir la presión mínima pero suficiente para impulsar descolonización de Puerto Rico. ¡Ningún movimiento o partido por si solo lo va a lograr! Solo la exigencia de un reclamo unido de un sector soberanista considerable creará las condiciones en Puerto Rico para crear la presión política interna y externa suficiente para que los congresistas en Washington no tenga mucha opción para desatender nuestra condición. Nos hacen falta y podemos incorporar viejas y nuevos caras, con nuevos estilos y nuevos enfoques que desde el inicio generen confianza y alienten las esperanzas.

En mi opinión se hace necesaria, y creo que es posible, una convocatoria a todos los grupos y líderes de base, progresistas de todos los sectores y rincones del país. Líderes y grupos que crean en la descolonización que afirme nuestro derecho a la soberanía política con un proyecto de justicia económica. Convocatoria que desde espacios existentes creen nuevos espacios, muy posiblemente con caras nuevas, estilos nuevos de diálogo y capacidad negociadora. Nos tomará algún tiempo tejer esta red pero cuanto antes comience más pronto lo alcanzaremos. Hago un llamado para que acojamos la convocatoria para la descolonización soberana y la justicia económica. ¡Por un nuevo pacto para caminar hacia la libertad y la justicia social en nuestro país!
Debemos emprender este camino con la certeza de sus riesgos, pero también con la determinación de ser arriesgados. ¡Al fin y al cabo, no tenemos nada que perder!


*Pronunciado en el Acto Otorgación Medalla Schomburg & Martin Luther King, Jr. - Colegio de Abogados/as el 17 de febrero de 2017

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