domingo, 9 de abril de 2017

Negritud y puertorriqueñidad

Date Typical Puerto Rican hut 1903
Puerto Rican natives Detroit Publishing Co. 



Por la Dra. Aymée Rivera Pérez

La racialización de los puertorriqueños comienza con la colonización española según queda consignado en las crónicas, estatutos y otros documentos de la época. Una serie de investigaciones etno-históricas, de crítica literaria y social, analizan cómo se fue conformando racialmente la sociedad puertorriqueña.

El libro de Isabelo Zenón Cruz (1) marca un hito en el estudio del tema racial y la racialización en Puerto Rico. Zenón Cruz, desde una perspectiva interdisciplinaria reconstruye el canon humanístico y social prevaleciente hasta principios de 1970. Recorre textos literarios, históricos, sociales y se adentra en el ámbito de la política para demostrar como la puertorriqueñidad le fue negada a las personas negras.

A ese enjundioso texto es importante añadir el libro etno-histórico, ya también un clásico, de Sued Badillo y López Cantos (1986:101-205) sobre el negro en Puerto Rico (2). Estos autores escudriñan en los documentos históricos del Archivo de Indias para delinear la historia del negro en Puerto Rico desde el siglo XVI al XVIII. Ellos abundan en la inserción social, económica y cultural de quienes llegaron a la Isla como esclavos, libertos o cimarrones. Analizan el ciclo de la esclavitud, las características de la clase dominante, las sublevaciones de esclavos, el proceso de mestizaje y como éste se aceleró a partir del siglo XVIII.


En fin los autores documentan las aportaciones y vicisitudes del negro en Puerto Rico. A dichas investigaciones y a la abundante bibliografía sobre la esclavitud en Puerto Rico se unen los recientes trabajos de Torres (1998), Santiago Valles (2005) y Baerga Santini (2005). Este conjunto de investigaciones documentan los procesos sociohistóricos denominados por Omi y Winant (1994) “formación racial”.

Torres (1998) presenta a Puerto Rico como el microcosmos de la dominación y resistencia en las Antillas Mayores. Ella cuestiona la interpretación del buen trato dado a los esclavos por los españoles y criollos o la armonía racial imperante en la Isla sustentada por algunos historiadores y sociólogos. El estudio etnohistórico de Torres se adentra en la racialización de la geografía de Puerto Rico y en cómo se fue formando el concepto de nación puertorriqueña que, contrario a las posturas de muchos, incluye las aportaciones de los/las puertorriqueños/as negros/as.


Bohio en Santurce, 
San Juan, Puerto Rico (1900)

Baerga Santini (2005) escudriña en los Archivos Parroquiales de la Archidiócesis de San Juan para descubrir cómo en el Puerto Rico decimonónico se negociaban las identidades raciales a través del matrimonio y mediante los juicios de disenso. La autora analiza las “ambivalencias y contradicciones del discurso racial español” y cómo éste influyó en las vidas de los puertorriqueños. Ella descubre cómo en las argumentaciones judiciales generalmente se presentan y tienen peso, características como “la calidad, circunstancias y conducta de los involucrados” sobre las distinciones fenotípicas, esto es ser blanco, negro o pardo. En el juicio se dirimen diferentes posibilidades para establecer la raza de la persona involucrada o para resolver la controversia planteada. El espectro de posibilidades se extendía desde cuestionar el linaje de la persona hasta determinar si su descendencia procedía de alguna familia esclava.

Dos ejemplos diferentes de esencializar y naturalizar las identidades o como lo denomina Winant (2002) de racialización, se exponen en las investigaciones de Muñoz Vázquez y Alegría Ortega (1999) y en la de Godreau (2002). La primera investigación constata la criminalización basada en características fenotípicas. En ese trabajo se evidencia cómo el perfil del sospechoso de cometer un acto ilegal o un crimen incluye las características fenotípicas y la inclinación de parte de la policía para arrestar y formular cargos a jóvenes negros o trigueños. Esa tendencia también forma parte de los modelos de racismo identificados por Todorov (1991) y Taguieff (1991). El segundo ejemplo lo provee la investigación de Godreau (2002) sobre los proyectos de revitalización de comunidades. Al analizar las dinámicas gubernamentales, en función de dicho proyecto, la autora describe cómo se perpetúa la racialización y folclorización de la comunidad negra puertorriqueña.


Cayey, Puerto Rico, 1899

Santiago Valles (2005) esboza el desarrollo de lo que di Leonardo (1998) considera una “teoría con fundamentos históricos y empíricos” donde la raza, el género, la clase social y la colonialidad del poder se interceptan. Para ello se adentra en el significado de la migración de puertorriqueños hacia Estados Unidos. Según Santiago Valles el circuito migratorio formado por ese flujo de personas crea una polarización social en el interior de las poblaciones migratorias. El estudio del tema racial sobre los puertorriqueños está inexorablemente ligado a la gran cantidad de investigaciones sobre la discriminación étnica y racial sufrida por los puertorriqueños residentes en Estados Unidos.

La bibliografía producida hasta ahora incluye temas como el impacto social, la identidad etno racial, el mercado laboral, el género, las políticas del lenguaje, la música, las aportaciones culturales, el circuito migratorio y la literatura de la diáspora (Duany y Matos Rodríguez, 2006; Flores, 2000; Laó-Montes y Dávila, 2001; Ramos Zayas, 2003; Rodríguez, 2005). La Revista de Ciencias Sociales, no ha sido ajena al tema de la migración. En ella se publican una serie de investigaciones sobre los puertorriqueños residentes en Estados Unidos que incluyen aspectos como la identidad, el prejuicio racial, la educación, las relaciones con los afro-americanos, el género y la cultura. Duany (2003) analiza las principales contribuciones de dichos artículos y señala algunas de sus limitaciones teóricas.

Uno de los temas que sale a relucir casi siempre en las conversaciones, escritos y ponencias sobre raza es el del blanqueamiento de la sociedad puertorriqueña. No obstante, las implicaciones, significados y procesos del mismo no se estudian a profundidad. En esa línea de investigación Scarano (1996) desde la perspectiva de la etnohistoria, comienza a demostrar cómo junto al surgimiento de la identidad criolla, promulgada por la emergente elite liberal decimonónica, se fue igualando la etnicidad del campesino (jíbaro) a la formación de la “protonación”. De acuerdo a Scarano (1996:1404) para “mediados del siglo diecinueve, el tropo (jíbaro) ya posee la claridad y transparencia necesaria para anclar la nación como símbolo”. Dos momentos marcan, para este autor, el proceso de consolidación de la personalidad y los atributos del jíbaro en la mentalidad de la elite insular. El primero ocurre en la segunda década del siglo XIX con los cambios demográficos y sociales a raíz de promulgarse la Real Cédula de Gracia en 1815; el segundo, luego de la invasión norteamericana de 1898. En ambos momentos el poder económico, político y social de la elite criolla se encontraba amenazado.

Blacks Native Music near San Juan, Puerto Rico, 1900

Al proceso descrito por Scarano se puede añadir lo que se considera el paso para la consolidación definitiva de la figura del jíbaro como símbolo de la puertorriqueñidad, la adopción en 1940 de su rostro y sombrero (pava) para ser el emblema del Partido Popular Democrático (PPD). Desde la perspectiva de la estética femenina Godreau (2002) se acerca al tema del blanqueamiento. Ella estudia las razones de las mujeres negras y mulatas para alisarse su cabello rizado. Para la autora dicha práctica es una forma sincrética utilizada por las mujeres para “nacionalizar” o puertorriqueñizar su cuerpo de mujer negra.

Rivera Batiz (2004), a base de los datos de los censos efectuados desde 1860 al 2000, demuestra el aumento de la población que se identifica como blanca. Dicho aumento es de 51.5 % en 1860 a 80.5 % en el 2000. Sin embargo, la diferencia entre la identificación racial entre la población que se considera blanca en el Censo de 1950 (79.7%) y la de 2000 (80.5 %) no es significativa. El autor ofrece como explicación la tendencia de una alta proporción de la población de mestizos/as (mulatos/as) o de las personas de piel más clara a identificarse como blancos.

En las investigaciones citadas arriba, sobre el tema de la raza y la racialización en Puerto Rico, se argumenta sobre las formas y maneras que asume la exclusión, la dominación y la discriminación. Se analizan las profundas ataduras del género y la raza y cómo al entrelazar ambas categorías se desvelan otras desigualdades.

El blanqueamiento, estudia cómo la estética femenina es usada por las mujeres para puertorriqueñizarse, además de analizar la representación de las personas negras en los medios. Las fiestas tradicionales de origen africano comienzan a estudiarse en una perspectiva caribeña y ante todo desde la disciplina de la estética.

Por último, se plantea la racialización, dentro del proceso migratorio, y se destaca la necesidad de comparar las experiencias de los puertorriqueños residentes en Estados Unidos con las de los residentes en la Isla, y con las de otros grupos étnicos.

Puerto Rico 1930

Al investigar utilizando la transversalidad e interseccionalidad de la raza se exponen las formas y maneras de interactuar en la vida cotidiana bien sea ejerciendo poder (micro-poder), negociando o resistiendo la experiencia de marginalidad y racismo. La interseccionalidad ayuda a trascender las explicaciones binarias de blanco / negro o bueno / malo. Saca a flote las formas contestatarias no sólo a nivel macro social sino también al interior de las relaciones personales, familiares y comunitarias. Además, contribuye al entendimiento sobre cómo los sistemas de poder se apoyan y se reconstruyen. Las investigaciones reseñadas contribuyen a desmitificar creencias, a cuestionar la definición y la existencia misma de las razas y a entender cómo en Puerto Rico se construyen los grupos de forma racializada.
Una agenda de investigación desde las ciencias sociales sobre la discriminación, el prejuicio y el racismo debe ahondar en los patrones de desventaja y desigualdad social, política y económica o en el racismo estructural y sus intersecciones con la raza, el género y la clase social. Entre la amplia gama de temas de esa posible agenda de investigación están la pobreza y sus intersecciones con la raza y el género, el acceso a los servicios de salud y a la justicia, los procesos cognitivos mediante los cuales se internalizan los prejuicios, la discriminación racial y el blanqueamiento, las formas y maneras de relacionarse las personas del mismo grupo racial para entender las resistencias y formas contestatarias al interior del grupo y si dichas relaciones sociales reproducen estereotipos, el sexismo, prejuicios o racismo, la vulnerabilidad educativa de los/las jóvenes negros/as y las comparaciones entre los racismos vividos por los puertorriqueños en Estados Unidos y los de otros grupos en ese país.


Baile de Bomba en Cataño, 1930

Dado el florecimiento de los estudios de las masculinidades, una agenda de investigación en esa dirección debe incorporar la transversalidad del género, la raza y la clase social. Desde la perspectiva de los géneros y su intersección con la raza, por ejemplo, se debe explorar históricamente las relaciones de los géneros masculinos, los patrones de la sexualidad, las identidades, las formas de buscar y encontrar pareja, las masculinidades y feminidades emergentes, la racialización de lo masculino/femenino y, la paternidad/maternidad.

Finalmente, en la medida en que las investigaciones sobre la raza se amplían, surgen nuevas interrogantes. Las intersecciones de raza, género y clase social constituyen el paradigma para entender los diferentes tipos y manifestaciones de la opresión, así como sus vínculos con el andamiaje de dominación social y cultural. Dichas intersecciones amplían el abanico de posibilidades para entender y explicar la complejidad de la sociedad puertorriqueña y sus contradicciones.

1. Nos referimos a: “Narciso descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña” que aparece en Humacao, editado por Furidi en 1974.

2. Hacemos referencia Puerto Rico negro, que aparece en julio de 1998 en el en el volumen 5 del número 40 del Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Historia. 

Negritud y puertorriqueñidad. En: Aymée Rivera Pérez, (2012). Oshun Okantonú!, la imagen literaria de la mujer negra enlas escritoras caribeñas (Tesis Doctoral). Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España. Páginas 78-84

Rivera Pérez, Aymée, Pinar del Río, Cuba, (1958).  Profesora e investigadora. Licenciada en Educación. Máster en Didáctica del Español y la Literatura. Es Doctora en Filología Hispánica y Licenciada en Educación en la Especialidad de Español-Literatura por la Universidad de Ciencias Pedagógicas, Rafael María de Mendive de Pinar del Río, Cuba en 1981, título homologado al de Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá, España, en 2011. Es Máster en Didáctica del Español y la Literatura por la Universidad Pedagógica “Enrique José Varona” de La Habana, Cuba. Ha sido profesora durante 30 años de Literatura, Historia y Apreciación de las Artes, Comunicación Profesional y Literatura Infantil, en las Universidades de Ciencias Pedagógicas “Rafael María de Mendive” y en la “Hermanos Saíz” de Pinar del Río, Cuba.




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