Date Typical Puerto
Rican hut 1903
Puerto Rican natives
Detroit Publishing Co.
Por la Dra. Aymée Rivera Pérez
La racialización de los puertorriqueños
comienza con la colonización española según queda consignado en las crónicas,
estatutos y otros documentos de la época. Una serie de investigaciones
etno-históricas, de crítica literaria y social, analizan cómo se fue
conformando racialmente la sociedad puertorriqueña.
El libro de Isabelo Zenón Cruz (1) marca un
hito en el estudio del tema racial y la racialización en Puerto Rico. Zenón
Cruz, desde una perspectiva interdisciplinaria reconstruye el canon humanístico
y social prevaleciente hasta principios de 1970. Recorre textos literarios,
históricos, sociales y se adentra en el ámbito de la política para demostrar
como la puertorriqueñidad le fue negada a las personas negras.
A ese enjundioso texto es importante añadir
el libro etno-histórico, ya también un clásico, de Sued Badillo y López Cantos
(1986:101-205) sobre el negro en Puerto Rico (2). Estos autores escudriñan en
los documentos históricos del Archivo de Indias para delinear la historia del
negro en Puerto Rico desde el siglo XVI al XVIII. Ellos abundan en la inserción
social, económica y cultural de quienes llegaron a la Isla como esclavos,
libertos o cimarrones. Analizan el ciclo de la esclavitud, las características
de la clase dominante, las sublevaciones de esclavos, el proceso de mestizaje y
como éste se aceleró a partir del siglo XVIII.
En fin los autores documentan las
aportaciones y vicisitudes del negro en Puerto Rico. A dichas investigaciones y
a la abundante bibliografía sobre la esclavitud en Puerto Rico se unen los
recientes trabajos de Torres (1998), Santiago Valles (2005) y Baerga Santini
(2005). Este conjunto de investigaciones documentan los procesos
sociohistóricos denominados por Omi y Winant (1994) “formación racial”.
Torres (1998) presenta a Puerto Rico como
el microcosmos de la dominación y resistencia en las Antillas Mayores. Ella
cuestiona la interpretación del buen trato dado a los esclavos por los
españoles y criollos o la armonía racial imperante en la Isla sustentada por
algunos historiadores y sociólogos. El estudio etnohistórico de Torres se
adentra en la racialización de la geografía de Puerto Rico y en cómo se fue
formando el concepto de nación puertorriqueña que, contrario a las posturas de
muchos, incluye las aportaciones de los/las puertorriqueños/as negros/as.
Baerga Santini (2005) escudriña en los
Archivos Parroquiales de la Archidiócesis de San Juan para descubrir cómo en el
Puerto Rico decimonónico se negociaban las identidades raciales a través del
matrimonio y mediante los juicios de disenso. La autora analiza las
“ambivalencias y contradicciones del discurso racial español” y cómo éste
influyó en las vidas de los puertorriqueños. Ella descubre cómo en las
argumentaciones judiciales generalmente se presentan y tienen peso,
características como “la calidad, circunstancias y conducta de los
involucrados” sobre las distinciones fenotípicas, esto es ser blanco, negro o
pardo. En el juicio se dirimen diferentes posibilidades para establecer la raza
de la persona involucrada o para resolver la controversia planteada. El
espectro de posibilidades se extendía desde cuestionar el linaje de la persona
hasta determinar si su descendencia procedía de alguna familia esclava.
Dos ejemplos diferentes de esencializar y
naturalizar las identidades o como lo denomina Winant (2002) de racialización,
se exponen en las investigaciones de Muñoz Vázquez y Alegría Ortega (1999) y en
la de Godreau (2002). La primera investigación constata la criminalización basada
en características fenotípicas. En ese trabajo se evidencia cómo el perfil del
sospechoso de cometer un acto ilegal o un crimen incluye las características
fenotípicas y la inclinación de parte de la policía para arrestar y formular
cargos a jóvenes negros o trigueños. Esa tendencia también forma parte de los
modelos de racismo identificados por Todorov (1991) y Taguieff (1991). El
segundo ejemplo lo provee la investigación de Godreau (2002) sobre los
proyectos de revitalización de comunidades. Al analizar las dinámicas
gubernamentales, en función de dicho proyecto, la autora describe cómo se
perpetúa la racialización y folclorización de la comunidad negra
puertorriqueña.
Cayey, Puerto Rico, 1899
Santiago Valles (2005) esboza el desarrollo
de lo que di Leonardo (1998) considera una “teoría con fundamentos históricos y
empíricos” donde la raza, el género, la clase social y la colonialidad del
poder se interceptan. Para ello se adentra en el significado de la migración de
puertorriqueños hacia Estados Unidos. Según Santiago Valles el circuito
migratorio formado por ese flujo de personas crea una polarización social en el
interior de las poblaciones migratorias. El estudio del tema racial sobre los
puertorriqueños está inexorablemente ligado a la gran cantidad de
investigaciones sobre la discriminación étnica y racial sufrida por los
puertorriqueños residentes en Estados Unidos.
La bibliografía producida hasta ahora
incluye temas como el impacto social, la identidad etno racial, el mercado
laboral, el género, las políticas del lenguaje, la música, las aportaciones
culturales, el circuito migratorio y la literatura de la diáspora (Duany y
Matos Rodríguez, 2006; Flores, 2000; Laó-Montes y Dávila, 2001; Ramos Zayas,
2003; Rodríguez, 2005). La Revista de Ciencias Sociales, no ha sido ajena al
tema de la migración. En ella se publican una serie de investigaciones sobre
los puertorriqueños residentes en Estados Unidos que incluyen aspectos como la
identidad, el prejuicio racial, la educación, las relaciones con los
afro-americanos, el género y la cultura. Duany (2003) analiza las principales
contribuciones de dichos artículos y señala algunas de sus limitaciones
teóricas.
Uno de los temas que sale a relucir casi
siempre en las conversaciones, escritos y ponencias sobre raza es el del
blanqueamiento de la sociedad puertorriqueña. No obstante, las implicaciones,
significados y procesos del mismo no se estudian a profundidad. En esa línea de
investigación Scarano (1996) desde la perspectiva de la etnohistoria, comienza
a demostrar cómo junto al surgimiento de la identidad criolla, promulgada por
la emergente elite liberal decimonónica, se fue igualando la etnicidad del
campesino (jíbaro) a la formación de la “protonación”. De acuerdo a Scarano
(1996:1404) para “mediados del siglo diecinueve, el tropo (jíbaro) ya posee la
claridad y transparencia necesaria para anclar la nación como símbolo”. Dos
momentos marcan, para este autor, el proceso de consolidación de la
personalidad y los atributos del jíbaro en la mentalidad de la elite insular.
El primero ocurre en la segunda década del siglo XIX con los cambios
demográficos y sociales a raíz de promulgarse la Real Cédula de Gracia en 1815;
el segundo, luego de la invasión norteamericana de 1898. En ambos momentos el
poder económico, político y social de la elite criolla se encontraba amenazado.
Al proceso descrito por Scarano se puede
añadir lo que se considera el paso para la consolidación definitiva de la
figura del jíbaro como símbolo de la puertorriqueñidad, la adopción en 1940 de
su rostro y sombrero (pava) para ser el emblema del Partido Popular Democrático
(PPD). Desde la perspectiva de la estética femenina Godreau (2002) se acerca al
tema del blanqueamiento. Ella estudia las razones de las mujeres negras y
mulatas para alisarse su cabello rizado. Para la autora dicha práctica es una
forma sincrética utilizada por las mujeres para “nacionalizar” o
puertorriqueñizar su cuerpo de mujer negra.
Rivera Batiz (2004), a base de los datos de
los censos efectuados desde 1860 al 2000, demuestra el aumento de la población
que se identifica como blanca. Dicho aumento es de 51.5 % en 1860 a 80.5 % en
el 2000. Sin embargo, la diferencia entre la identificación racial entre la
población que se considera blanca en el Censo de 1950 (79.7%) y la de 2000
(80.5 %) no es significativa. El autor ofrece como explicación la tendencia de
una alta proporción de la población de mestizos/as (mulatos/as) o de las
personas de piel más clara a identificarse como blancos.
En las investigaciones citadas arriba,
sobre el tema de la raza y la racialización en Puerto Rico, se argumenta sobre
las formas y maneras que asume la exclusión, la dominación y la discriminación.
Se analizan las profundas ataduras del género y la raza y cómo al entrelazar
ambas categorías se desvelan otras desigualdades.
El blanqueamiento, estudia cómo la estética
femenina es usada por las mujeres para puertorriqueñizarse, además de analizar
la representación de las personas negras en los medios. Las fiestas
tradicionales de origen africano comienzan a estudiarse en una perspectiva
caribeña y ante todo desde la disciplina de la estética.
Por último, se plantea la racialización,
dentro del proceso migratorio, y se destaca la necesidad de comparar las
experiencias de los puertorriqueños residentes en Estados Unidos con las de los
residentes en la Isla, y con las de otros grupos étnicos.
Puerto Rico 1930
Al investigar utilizando la transversalidad
e interseccionalidad de la raza se exponen las formas y maneras de interactuar
en la vida cotidiana bien sea ejerciendo poder (micro-poder), negociando o
resistiendo la experiencia de marginalidad y racismo. La interseccionalidad
ayuda a trascender las explicaciones binarias de blanco / negro o bueno / malo.
Saca a flote las formas contestatarias no sólo a nivel macro social sino
también al interior de las relaciones personales, familiares y comunitarias.
Además, contribuye al entendimiento sobre cómo los sistemas de poder se apoyan
y se reconstruyen. Las investigaciones reseñadas contribuyen a desmitificar
creencias, a cuestionar la definición y la existencia misma de las razas y a
entender cómo en Puerto Rico se construyen los grupos de forma racializada.
Una agenda de investigación desde las
ciencias sociales sobre la discriminación, el prejuicio y el racismo debe
ahondar en los patrones de desventaja y desigualdad social, política y
económica o en el racismo estructural y sus intersecciones con la raza, el
género y la clase social. Entre la amplia gama de temas de esa posible agenda
de investigación están la pobreza y sus intersecciones con la raza y el género,
el acceso a los servicios de salud y a la justicia, los procesos cognitivos
mediante los cuales se internalizan los prejuicios, la discriminación racial y
el blanqueamiento, las formas y maneras de relacionarse las personas del mismo
grupo racial para entender las resistencias y formas contestatarias al interior
del grupo y si dichas relaciones sociales reproducen estereotipos, el sexismo,
prejuicios o racismo, la vulnerabilidad educativa de los/las jóvenes negros/as
y las comparaciones entre los racismos vividos por los puertorriqueños en
Estados Unidos y los de otros grupos en ese país.
Baile de Bomba en Cataño, 1930
Dado el florecimiento de los estudios de
las masculinidades, una agenda de investigación en esa dirección debe
incorporar la transversalidad del género, la raza y la clase social. Desde la
perspectiva de los géneros y su intersección con la raza, por ejemplo, se debe
explorar históricamente las relaciones de los géneros masculinos, los patrones
de la sexualidad, las identidades, las formas de buscar y encontrar pareja, las
masculinidades y feminidades emergentes, la racialización de lo
masculino/femenino y, la paternidad/maternidad.
Finalmente, en la medida en que las
investigaciones sobre la raza se amplían, surgen nuevas interrogantes. Las
intersecciones de raza, género y clase social constituyen el paradigma para
entender los diferentes tipos y manifestaciones de la opresión, así como sus
vínculos con el andamiaje de dominación social y cultural. Dichas
intersecciones amplían el abanico de posibilidades para entender y explicar la
complejidad de la sociedad puertorriqueña y sus contradicciones.
1. Nos referimos a: “Narciso
descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña” que aparece en Humacao,
editado por Furidi en 1974.
2. Hacemos referencia Puerto Rico
negro, que aparece en julio de 1998 en el en el volumen 5 del número 40 del
Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Historia.
Negritud y puertorriqueñidad. En: Aymée
Rivera Pérez, (2012). Oshun Okantonú!, la imagen literaria de la mujer negra enlas escritoras caribeñas (Tesis Doctoral). Universidad de Alcalá, Alcalá de
Henares, España. Páginas 78-84
Rivera Pérez, Aymée, Pinar del Río, Cuba,
(1958). Profesora e investigadora. Licenciada
en Educación. Máster en Didáctica del Español y la Literatura. Es Doctora en
Filología Hispánica y Licenciada en Educación en la Especialidad de
Español-Literatura por la Universidad de Ciencias Pedagógicas, Rafael María de
Mendive de Pinar del Río, Cuba en 1981, título homologado al de Licenciada en
Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá, España, en 2011. Es Máster en
Didáctica del Español y la Literatura por la Universidad Pedagógica “Enrique
José Varona” de La Habana, Cuba. Ha sido profesora durante 30 años de
Literatura, Historia y Apreciación de las Artes, Comunicación Profesional y
Literatura Infantil, en las Universidades de Ciencias Pedagógicas “Rafael María
de Mendive” y en la “Hermanos Saíz” de Pinar del Río, Cuba.
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