sábado, 23 de junio de 2012

AfroPuertorriqueños: Capitán Miguel Henríquez







Capitán Miguel Henríquez (c.1680-17?), Puerto Rico (17? -18?), Un antiguo pirata que Puerto Rico se convirtió en la primera Negro militar héroe cuando él organizó una fuerza expedicionaria que combatieron y derrotaron a los británicos en la isla de Vieques. Capitán Henriques fue recibido como un héroe nacional cuando volvió la isla de Vieques al Imperio español y al gobernador de Puerto Rico. Se le concedió "La Medalla de Oro de la Real Efigie" y la Corona Española le nombró "Capitán de los Mares" la adjudicación de él una patente de corso y represalias que le concedió los privilegios de un corsario.

Enríquez debe haber sido el segundo o el tercer personaje identificado como boricua por cronistas de los siglos siguientes al inicio de la colonización en 1508. Resulta que 150 años después de comenzar la colonización aparecieron los primeros boricuas en la historia. El Mulato Enríquez era hombre de pelo en pecho. Era zapatero, pero tenía aspiraciones náuticas. De algún medio se valió para adquirir un barco, lo armó con cañones por los dos costados y solicitó del Rey una patente de corso. La patente lo autorizaba a ejercer el corso en alta mar, a asaltar navíos de naciones enemigas y a quedarse con la mitad del botín logrado en el asalto. Corsario era un pirata con permiso pa’robar.

El Francis Drake boricua se hizo a la mar, cañoneó las naves que encontró a su paso y dividió a "güitimitad" los beneficios de sus primeras correrías con el Rey. Y después de las primeras, vinieron las segundas, las terceras y un buen día comprobó que tenía, aparte de una flotilla de naves corsarias, más doblones, pesos, reales y maravedíes que lo que podía contar. Además de riquezas sin cuento, poseía título de Caballero y reconocimiento como Capitán de Mar y Guerra de la Armada, conferidos por Su Majestad, el Rey.

Miguel Enríquez era católico devoto. Adquirió una vasta cultura gracias a la Iglesia y mostró su agradecimiento con donaciones para escuelas donde se enseñara a los niñitos a leer, escribir, contar y santiguarse. Además de sostener filantropías, su cuantioso capital le permitió establecer empresas que dominaron los negocios en su época. Pasó, pues, lo que frecuentemente ocurre en comunidades donde la riqueza ajena, en lugar de emulación, suscita envidias y resentimientos. "La persona más importante que dio la Isla en el siglo 18", que "llenó con su vida y obra el primer tercio de la centuria", según explica Angel López Cantos, historiador, se convirtió en el individuo más odiado por la elite "Fue atacado con saña y sin piedad... hasta el punto de haber sido encarcelado en varias ocasiones. Su última hora le llegó en el Convento de Santo Tomás, donde se había refugiado para evitar de nuevo la prisión".





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